Dios nos perdonó, para que también perdonemos

Medite por un instante: el perdón que recibimos de parte de Dios, por la obra de gracia de Jesús en la cruz, nos anima a perdonar a quienes nos han causado daño. En esencia somos perdonados para perdonar.

Medite por un instante: el perdón que recibimos de parte de Dios, por la obra de gracia de Jesús en la cruz, nos anima a perdonar a quienes nos han causado daño. En esencia somos perdonados para perdonar.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial  


Viktor Echosky fue condenado a cadena perpetua. Había sido acusado del homicidio de un menor y, aun cuando no había pruebas contundentes, el jurado decidió que debía permanecer tras las rejas porque representaba un peligro para la sociedad.

Diecisiete años después, en 1976, un juez estadounidense le concedió la libertad. “Puede que haya cometido algún delito, pero ya estuvo suficiente tiempo en la cárcel y le dejo libre. Puede irse a casa, con los suyos.”, dijo.

Dos de sus hijos que rayaban la juventud, le abrazaron al llegar. Por su parte, Viktor no cabía de la felicidad. “He vuelto a vivir”, relató con emoción a los periodistas de la pequeña localidad donde residía.

PERDONADOS PARA PERDONAR

La historia de este norteamericano resulta inspiradora para quienes reciben una nueva oportunidad. A ciencia cierta, jamás se probó su culpabilidad. Sin embargo, el más grande regalo fue la posibilidad de cruzar las puertas del penal, rumbo a la libertad.

Probablemente usted experimenta la acusación de la conciencia. Ha cometido múltiples equívocos en la vida. Anhela estar a cuentas con el Padre celestial y como el rey David, ha llegado a decir en lo más profundo de su ser:

«No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados; vengan pronto tus misericordias a encontrarnos, porque estamos muy abatidos. Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.» (Salmo 79: 8, 9 | RV 60)

El perdón de Dios nos libera. Abre las puertas para comenzar de nuevo. No importa cuánto hayamos fallado ayer o en el pasado.

PERDONADOS POR GRACIA

Ningún sacrificio del mundo nos hace merecedores del perdón de Dios. Sume todos sus pecados desde que tiene noción del bien y del mal. ¿Cuánto podría pagar por el perdón? Después de pensarlo unos minutos, coincidirá conmigo: no hay nada que, humanamente, nos lleve a obtener el perdón.

Sobre esa base, si somos perdonados de nuestros pecados, es por gracia, no por méritos.

En la carta a los creyentes de Roma, el apóstol Pablo escribió:

«Él fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación.» (Romanos 4: 25 | NVI)

Esa fue la misión de nuestro Salvador. En la cruz nos hizo libres.

El autor cristiano, Edwin Louis Cole, escribió:

“Jesús pudo haber venido a la tierra, predicar el evangelio y vivir sin pecado. Pero sin ganar nuestro perdón en la cruz, el cielo nunca habría sido abierto para nosotros. El mundo entero es culpable ante Dios y necesita el perdón de sus pecados. El regalo de Dios es Jesús y su perdón, que nos da el derecho de estar de pie ante Dios.”

La muerte de Cristo en la cruz, fue la que produjo el milagro. Fuimos perdonados por el Supremo Hacedor.

Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5: 8 | NVI)

Ahora, medite por un instante: el perdón que recibimos, nos anima a perdonar a quienes nos han causado daño. Somos perdonados para perdonar.

PERDONAR NOS ASEMEJA A CRISTO

Nadie puede llamarse cristiano si anida rencor en su corazón. Es cierto, perdonar no es fácil, pero la fuerza que proviene de Dios, nos ayuda en el proceso.

El escritor norteamericano, Edwin Luis Cole, abordó el asunto en los siguientes términos:

“Perdonar es fundamental para parecernos a Cristo. El amor de Dios es lo suficientemente grande para continuar perdonándonos a pesar de las injusticias que cometemos.”

El propio apóstol Pablo, pese a su acumulación de pecados, comprendió la grandeza del perdón divino y al dirigirse a su discípulo, Timoteo, le escribió:

Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” (1 Timoteo 1: 15 | NVI)

Haga un alto en el camino. ¿A cuántas personas considera que debe perdonar? Pídale al padre, en oración, que le muestre contra quiénes tiene algo, y perdónelos:

Comparto con usted una cita impactante de Edwin Louis Cole:

“Cuando Dios nos perdona, Él no vuelve a acordarse de nuestros pecados, aunque el diablo procure acusarnos siempre para que sintamos culpa. Usted puede mantener atadas a otras personas. Incluso, a usted mismo al recordar las ofensas pasadas.”

Si el Señor jamás se acuerda de nuestras trasgresiones, tampoco debemos hacerlo nosotros.

POR EL ESPÍRITU SANTO, SOMOS SANADOS

El amor de Dios nos transforma. ¿De qué manera? Por la obra de Su Espíritu Santo que mora en nosotros. El cumplimiento de una promesa de Jesús el Señor:

Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará acerca de mí. Y también ustedes darán testimonio porque han estado conmigo desde el principio.” (Juan 15: 26, 27 | NVI)

Recibimos perdón y debemos perdonar. No hay excusa. El Espíritu de Dios nos guía y acompaña en el proceso.

El perdón rompe las cadenas que, quizá, hasta hoy nos ha mantenido atados y nos impide avanzar en todas las áreas de nuestra vida. Ese perdón maravilloso, sobrenatural y transformador, proviene del Padre celestial, quien nos ama. Él fue quien dijo a través del profeta:

Yo soy el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados.” (Isaías 43: 25 | NVI)

Es hora de hacer un alto en el camino. ¿Desea perdonar? Es la mejor decisión que jamás haya podido tomar. En ese trasegar para que todo rencor y resentimiento se vaya de su vida, no está solo. El Espíritu Santo lo acompañará.

Hoy es el día para apropiarnos de la gracia de Dios, depositar nuestra fe en la obra salvadora de la cruz y de recibir a Jesús el Señor en su corazón. Es el momento oportuno. Dé el paso hoy.


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