Sabiduría de Dios para ser buenos padres

Los hijos son un valioso tesoro, hoy más que nunca somos conscientes. Nunca antes los niños han sido tan valorados socialmente y tan amados y, sin embargo, los niños en ocasiones parecen no cumplir el mínimo de nuestras expectativas.

Los hijos son un valioso tesoro, hoy más que nunca somos conscientes. Nunca antes los niños han sido tan valorados socialmente y tan amados y, sin embargo, los niños en ocasiones parecen no cumplir el mínimo de nuestras expectativas.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial  


Desconozco cuál sea su ocupación, la profesión que ejerce o, tal vez, su especialidad. Puede tratarse de un médico, un abogado, un bombero, una sicóloga, una abogada o ama de casa. Todas las ocupaciones son válidas si nuestra labor honra y glorifica a Dios. Pero el asunto es, ¿en su preparación para lo que hace hoy le enseñaron a ser padre o madre?

Por favor, haga un alto en el camino y respóndase a esta sencilla pregunta. Porque si no le enseñaron a ser papá o mamá, estamos en graves problemas. La razón es sencilla, ya que si no sabemos criarlos, esos chicos de hoy se convertirán en las personas temerosas, angustiadas o fracasadas del mañana.

EL TESORO QUE REPRESENTAN LOS HIJOS

Los hijos son un valioso tesoro, hoy más que nunca somos conscientes. Nunca antes los niños han sido tan valorados socialmente y tan amados y, sin embargo, los niños en ocasiones parecen no cumplir el mínimo de nuestras expectativas.

Aun cuando tienen libertad para su desarrollo personal, estamos llamados a trazar pautas claras en cuanto a principios y valores, así como en los límites que debemos definir. Eso es fundamental.

Si hay momentos en los que ha caído en la desesperación y le ha dicho a Dios: ¿Qué debo hacer?, está avanzando en el camino correcto. Está reconociendo que no sabe cómo actuar.

La Biblia dice que si le pedimos a Él sabiduría, en este caso para guiar y edificar a nuestros hijos Él nos concederá la capacitación que requerimos:

“Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla.”(Santiago 1: 5. NTV)

Sólo con ayuda de nuestro amado Padre celestial alcanzamos el nivel necesario para, a nuestro turno, ser buenos padres o madres. Él nos puede ayudar, y sin duda, desea hacerlo. Pero debemos darle el lugar, el espacio necesario en nuestras vidas y hogar, para que obre como quiere hacerlo. Es darle el primer lugar a Dios en nuestra familia lo que marca la diferencia, presente y futura.

Cuando le decimos a Dios que realmente no sabemos qué hacer en determinadas circunstancias, le estamos entregando el timón del barco y Él si sabe cómo llevarnos a puerto seguro. Es la especialidad de Dios porque Él es sabio y misericordioso, y desea ayudarnos en todas las circunstancias de nuestra cotidianidad.

Le invitamos a rendirse hoy al Señor. Pídale a Jesucristo que tome las riendas de su existencia y lo oriente en el camino que debe seguir cada día, más cuando se trata de la formación de sus hijos. Es la mejor decisión que puede tomar. Ábrale hoy las puertas de su corazón. Y, con ese sencillo paso, inicie el maravilloso viaje hacia el crecimiento personal, espiritual y familiar que ha anhelado por año.


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