9 razones para creer en la autoridad de la Biblia

La Biblia no es solo un libro maravilloso, ni tampoco una obra literaria magistral. Es la Palabra inspirada de Dios, que reviste singular importancia para nuestro crecimiento personal, espiritual y familiar.

La Biblia no es solo un libro maravilloso, ni tampoco una obra literaria magistral. Es la Palabra inspirada de Dios, que reviste singular importancia para nuestro crecimiento personal, espiritual y familiar.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


Para comenzar el diálogo, le animo a preguntarse: ¿Qué significa la Biblia para usted? ¿Qué importancia les brinda a sus enseñanzas y cómo las aplica en la cotidianidad? ¿Cree que realmente las enseñanzas provienen de Dios?

Millones de personas en el mundo consideran que es una obra literaria magistral; otros la colocan en el mismo nivel que el Corán y hay quienes ven su contenido como pautas inspiradoras para la vida.

De ahí que su perspectiva alrededor de qué son y qué representan las Escrituras es muy valioso.

PALABRA INSPIRADA DE DIOS

Los tres interrogantes con los que abrimos este espacio, se los han formulado por siglos infinidad de personas con inquietudes espirituales.

Escribiendo a su discípulo Timoteo, el apóstol Pablo señala:

«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.» (2 Timoteo 3:16-17 | RV 60)

El autor no pone en duda, bajo ninguna circunstancia, la inspiración de la Biblia.

El teólogo norteamericano, Charles Hodge (1797-1878), escribió acerca de la autoridad de la Biblia:

“La infalibilidad y la autoridad divina de las Escrituras, se deben al hecho de que son la Palabra de Dios y son la Palabra de Dios porque fueron dadas por la inspiración del Espíritu Santo. Lo que dice la Escritura, lo dice Dios.”

Cuando vamos a la Palaba con ese convencimiento, podemos percibir de qué manera nos habla el Padre celestial. En esa dirección, tomamos de sus páginas principios y valores para adoptarlos en nuestra cotidianidad.

RAZONES PARA CRECER EN LA INSPIRACIÓN BÍBLICA

Compartimos con usted algunas razones de peso para confiar en la inspiración bíblica:

> El Señor Jesús validó lo que enseñaban las Escrituras (Mateo 19:4-5)

> En sus enseñanzas, el Señor Jesús repitió varias veces: “Escrito está”.

> Autores del Nuevo Testamento legitimaron las enseñanzas del Antiguo Testamento (Hebreos 1: 1).

> Ninguna Escritura preservada en el tiempo fue traída por voluntad de hombre (2 Pedro 1: 21)

> El Espíritu Santi inspiró la escritura de la Biblia (2 Pedro 1: 21)

> En el ministerio terrenal del Señor Jesús se cumplió lo que anunciaron las Escrituras (Mateo 1: 21-23. Cf. Mateo 5: 17; Lucas 24:25-27; 44-47)

> El Espíritu Santo nos confirma su orientación a partir de las Escrituras (Juan 16: 13)

> Recibimos la Palabra como proveniente de Dios, no de los hombres (1 Tesalonicenses 2: 13)

> Dios ha preservado Su Palabra escrita por encima de cualquier circunstancia o adversidad.

Le animamos a consultar las citas escriturales para corroborar la fundamentación y, si Dios habla a su corazón, confiar enteramente en que toda Escritura contenida en la Biblia es de inspiración divina.

EL ANTIGUO Y NUEVO PACTO SON INSPIRADOS

La Biblia no se contradice. Coincide. Por ese motivo encontramos que las promesas y profecías contenidas en el Antiguo Testamento, tienen cumplimiento en el Nuevo Testamento.

Al referirse a la validez del Nuevo Testamento el teólogo, Jeff Pollard, escribe:

“Entonces, guiados por el Espíritu, los apóstoles escribieron las verdades salvadoras del alma de la persona y la obra redentora de Jesús —¡la milagrosa concepción virginal y encarnación del Hijo eterno de Dios, su vida perfectamente santa, su crucifixión por los pecados de su pueblo, su resurrección al tercer día y su ascensión a las regiones eternas del cielo! —. El Espíritu Santo inspiró y preservó esas verdades en los escritos del Nuevo Testamento. Así, desde Mateo hasta Apocalipsis, el Nuevo Testamento habla con la autoridad absoluta de Dios, a través de Cristo y sus apóstoles.”

Las Escrituras nos llaman a crecer en Cristo para perdón de pecados y el don de la vida eterna. Sobre esa base, entendemos que las enseñanzas bíblicas apuntan a la salvación que se materializó cuando el Señor Jesús murió en la cruz.

El teólogo suizo, Jean-Marc Berthoud, precisa lo siguiente:

“No podemos, sin entregarnos en manos de hombres falibles, pretender que debemos obediencia incondicional a los ministros de Dios en su iglesia. La tradición de los hombres, los reglamentos humanos y las estructuras humanas son una cosa, y la ordenanza de Dios expresada en su Palabra infalible, es otra. Debemos juzgar nuestras tradiciones, reglamentos, y nuestra estructuración de iglesias y obras, a la luz de la Escritura solamente. Sin embargo, no debemos permitir que nuestro examen individual de la verdad bíblica se convierta en un pretexto para rechazar la autoridad de los ministros de la iglesia e intentar así, vivir según los dictados de la carne.”

Cuando asistimos a la congregación, debemos esperar que las enseñanzas impartidas desde el púlpito o en un pequeño grupo de estudio, tengan como fundamento a la Biblia. De lo contrario, serán enseñanzas de hombres que carecen de validez.

APRÓPIESE DE LA GRACIA DE DIOS

Por su infinito amor hacia el pecador y el anhelo de que no vaya irremisiblemente a la condenación, Dios dispuso salvarlo. Fue posible cuando nuestro Señor Jesús murió en la cruz. Es la expresión misma de la gracia. No tenemos que hacer nada, porque ya Jesús lo hizo en el Gólgota al verter su sangre en el madero por nuestros pecados.

En ese orden de ideas, aprópiese de la gracia de Dios. Ábrale las puertas de su corazón para que Él cumpla el plan trazado desde antes de los siglos para usted. Decídase por la salvación.


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