Respeto y confianza, dos pilares en la relación familiar

Un aspecto que no podemos desconocer es la importancia de dejar de lado la manipulación a los miembros de la familia y respetar su dignidad. Compartimos, también, 12 principios prácticos para resolver los conflictos familiares.

Un aspecto que no podemos desconocer es la importancia de dejar de lado la manipulación a los miembros de la familia y respetar su dignidad. Compartimos, también, 12 principios prácticos para resolver los conflictos familiares.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


Una de las batallas constantes que libran los componentes de la familia, es decidir entre los antivalores que gobiernan la sociedad y las pautas que traza Dios, que leemos en Su Palabra y marcan un estilo de vida diferente.

Ahora, una característica relevante de los antivalores, es dar importancia a la manipulación de las personas para conseguir lo que se quiere, que por supuesto, es dañino y pasa por alto la dignidad de los demás. Como es apenas previsible, las consecuencias son desastrosas.

EL RESPETO EDIFICA RELACIONES SÓLIDAS

Por el contrario, cuando en un matrimonio y una familia se afianzan los valores, la solidez se construye a partir del respeto. Esto, por supuesto, evita las crisis.

El esposo debe respetar a su cónyuge e hijos, y a su vez, los hijos respetar a sus padres y hermanos.

Lo que produce tensión en las relaciones al interior del hogar es el irrespeto, que en una sociedad como la nuestra, toma cada día más fuerza.  Aquí cabe mencionar otro concepto que reviste importancia: la confianza.

¿Por qué motivo? Porque el respeto se les prodiga a las personas reconociendo su dignidad—así no merezcan aparentemente tal respeto–, mientras que la confianza se gana. Y aunque parezcan muy cercanas, hay un enorme abismo entre las dos.

El autor y maestro bíblico, Neil T. Anderson, lo explica en los siguientes términos:

“Podemos respetar a las personas aun cuando no confiemos en su conducta. Las respetamos como personas y la posición que ocupan en nuestra vida, aunque hayan destrozado la confianza que teníamos en ellas. Todos merecen respeto, pero solo tendrán nuestra confianza quienes la hayan ganado.”

El respeto en la familia fue planteado por el apóstol Pablo:

Por lo demás, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo; y ustedes, las esposas, honren a sus esposos.” (Efesios 5: 33 | RVC)

Toda persona, comenzando por los miembros de nuestra familia, merece respeto porque Cristo murió en la cruz por sus pecados. Les aseguró el perdón, en respuesta a un arrepentimiento sincero.

Todos tenemos un alma que un día será unida a un cuerpo resucitado y vivirá eternamente, en el cielo o en el infierno.

¿Y si alguien es en criterio de muchos una “mala persona”? Aun así, merece respeto. Tratar a los demás con respeto transforma nuestra vida y de quienes están alrededor.

“Sean mutuamente tolerantes. Si alguno tiene una queja contra otro, perdónense de la misma manera que Cristo los perdonó. Y sobre todo, revístanse de amor, que es el vínculo perfecto. Que en el corazón de ustedes gobierne la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.” (Colosenses 3: 13-15 | RVC)

Si no honramos a los miembros de nuestra familia, tampoco honraremos a Dios quien creó a la familia para Su honra.

RECOMENDACIONES PARA RESOLVER LOS CONFLICTOS FAMILIARES

Los conflictos familiares, de los que somos conscientes, deben resolverse. Hacia ese objetivo debemos enfocar nuestros esfuerzos. Compartimos con ustedes algunas sugerencias prácticas y sencillas, pero eficaces:

> Ore antes de iniciar la búsqueda de soluciones a los conflictos. Que Dios ocupe el primer lugar en el proceso.

> Espere el momento oportuno antes de tratar resolver algún conflicto.

> Genere una atmósfera de entendimiento y cariño que permita reducir los grados de tensión.

> No pierda la paciencia, aunque haya una confrontación.

> Sea cuidadoso al analizar los conflictos familiares y no actúe movido por los prejuicios.

> Tenga en cuenta que algunos conflictos se resuelven por etapas y no en un solo diálogo.

> Controle su temperamento y no permita que las emociones dañinas lo gobiernen.

> No le corte abruptamente a su interlocutor la posibilidad de hablar.

> Renuncie al sarcasmo, las indirectas y los insultos que no hacen otra cosa que agigantar los problemas.

> No socave la autoestima de la persona con la que tiene diferencias.

> Aprenda a esperar y escuchar y tomar tiempo antes de reaccionar.

> Honre la palabra cumpliendo sus compromisos.

Si avanzamos tomados de la mano de Dios, la resolución de los conflictos familiares es posible. No hay situación difícil que no pueda resolverse, cuando le damos al Señor el primer lugar.


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