Forme a sus hijos para salir victoriosos, con ayuda de Dios

Los hijos son una herencia y, de paso, una tremenda bendición de Dios para nuestras vidas. En esa dirección, debemos formarlos en principios y valores. Descubra cómo.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


La mayoría de los padres desean que sus hijos sean victoriosos. Algunos meditan en el hecho de no comprender por qué razón se dan por vencidos fácilmente. “A mí me tocó vivir duramente para llegar hasta donde estoy. ¿Por qué mis hijos desisten ante los primeros obstáculos?”, se preguntan.

La respuesta es sencilla: Si deseamos edificar familias sólidas, es esencial que volvamos al origen de todo, al afianzamiento de nuestros chicos en principios y valores, tomados de la Biblia.

EDUCAR EN PRINCIPIOS Y VALORES

Hay dos aspectos que debemos considerar: el primero, la instrucción de ellos en pautas firmes que les permitan hacia el futuro, enfrentar cualquier situación difícil; la segunda, que si debemos corregirlos, lo hagamos de manera apropiada.

Comencemos a revisar el tema: A los hijos debemos educarlos en principios y valores. No es un proceso espontáneo. Implica un compromiso permanente desde la misma niñez.

La situación que apreciamos hoy, es el fruto de una concatenación de errores de los padres que tienen su reflejo en actitudes rebeldes, plagadas de resentimiento, y en muchos casos, deseos de venganza.

UN PROCESO DE TRANSFORMACIÓN

No podemos pretender que con un cambio superficial, tengamos a mano el amor de nuestros hijos. Recuerde siempre: es un proceso de siembra de principios y valores.

La Biblia enseña:

“Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”(Proverbios 22:6; 29:17)

Esta pauta de educación compartida por el rey Salomón tiene aplicación en nuestro tiempo.

Si usted instruye apropiadamente a sus hijos hoy, no tendrá que lamentarse en el mañana. Pero es importante que tome la decisión de criarlos apropiadamente.

JESUCRISTO REINANDO EN LA FAMILIA

Un segundo aspecto, aunque permítame decirle que es el más importante, estriba en que invite al Señor Jesucristo a reinar en su hogar.

Si Él ocupa el primer lugar, tenga presente que su familia experimentará armonía, paz y—en caso de presentarse dificultades—se podrán superar gracias a la intervención de Dios, que trae paz y tranquilidad. ¡Tome la decisión hoy! Sus hijos, su familia y su relación de pareja serán diferentes.

El otro componente valioso radica en aplicar la disciplina cuando corresponde y de la forma debida.

Lo anterior lleva a considerar un imperativo el asimilar en nuestra existencia la instrucción que nos insta a aplicar la disciplina a nuestros hijos cuando cometen un error, sin prestar atención a las advertencias:

“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.”(Proverbios 13:24)

Si ama a sus hijos, corríjalos. Los formará para vivir en sociedad y desarrollar sus propias metas y sueños.

En todo el proceso es esencial que nosotros mismos, como padres, hayamos edificado nuestra existencia a partir de principios y valores. Sólo de esta manera podremos transferirlos a todos los componentes en el hogar.

Podremos lograrlo cuando le permitimos a Jesucristo que ocupe el lugar privilegiado que le corresponde en casa, es decir, el primer lugar.

Abrirle las puertas de nuestro corazón y de la familia a Jesús el Señor, permitirá que se produzcan cambios de fondo en nuestra forma de pensar y de actuar, y que comencemos a pensar y actuar distinto. Es el maravilloso camino hacia el crecimiento personal, espiritual y familiar que siempre hemos anhelado…


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