Nuestro guía en cada nuevo paso, es Jesucristo. Aprendemos de Él a partir de la costumbre de leer cada día los Evangelios.
Todos fueron buenos futbolistas. Se desenvolvían con alto rendimiento en el espacio que los ubicaran. Dieron lo mejor de sí mismos. Pasaron a la historia de fútbol.
Cuando todos pensaban que había llegado el momento del retiro, imprimieron a sus vidas un giro definitivo.
Unos se convirtieron en comentaristas deportivos para programas de radio y televisión.
Otros en entrenadores.
Enfocan su trabajo en transferir sus conocimientos a las nuevas generaciones.
Enseñar a partir del conocimiento y de la vivencia.
Este hecho nos lleva a pensar en que, conforme pase el tiempo, antes que sentirnos viejos, debemos asumir que hemos cosechado la sabiduría de Dios, para enseñar a otros.
Jamás terminará nuestro desenvolvimiento. Siempre podemos dar más.
El apóstol Pablo caminó con el Señor Jesús, aprendió de Él mediante la intimidad a través de la oración y la dependencia de Dios, y con los años que tenía, escribió:
“Imítenme a mí, así como yo imito a Cristo.” (1 Corintios 11: 1 | RVC)
Pablo reconoció que no era perfecto, que seguía cometiendo errores en su vida, a pesar de ser un redimido. Sin embargo, asumió que el Señor Jesús lo comprendía en sus debilidades—como también a nosotros—y por gracia lo acompañaba en el proceso de transformación y crecimiento.
En ese orden de ideas, escribió:
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.» (Hebreos 4:15 | RV60)
Y, también, escribió:
«Porque Dios ha hecho lo que para la ley era imposible hacer, debido a que era débil por su naturaleza pecaminosa: por causa del pecado envió a su Hijo en una condición semejante a la del hombre pecador, y de esa manera condenó al pecado en la carne…» (Romanos 8:3 | RVC)
Nuestro guía en cada nuevo paso, es Jesucristo. Aprendemos de Él a partir de la costumbre de leer cada día los Evangelios.
Las enseñanzas terminarán ejerciendo influencia en nuestra forma de pensar y de actuar.
¿Se le mide al desafío? Podemos asegurarle que experimentará cambios sin precedentes.
Aquí es necesario hablarle de la Gracia. Gracia es la manifestación del amor de Dios. Por gracia perdona nuestros pecados, aunque mereciéramos la muerte.
Por gracia, Jesús el Señor murió en la cruz por nuestros pecados.
Su sangre preciosa vertida en el madero limpió nuestra maldad del pasado, del presente y del futuro.
Nos ofrece una nueva oportunidad y vida eterna.
Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo.
Fernando Alexis Jiménez sirve a Dios en la Misión Edificando Familias Sólidas y, desde el 2016, dirige el Instituto Bíblico Ministerial.