Venciendo las tentaciones

Venciendo las tentaciones

Todos enfrentamos tentaciones. Son inevitables. Salen al paso cuando menos pensamos. A menos que caminemos de la mano del Señor Jesús, lo más probable es que podremos caer en cualquier momento. 

¿Se ha visto tentado alguna vez e, incluso, al borde de caer al abismo? ¿Ha sentido que la tentación es más fuerte que su disposición de permanecer firme? A todos nos ha ocurrido en un momento de nuestra cotidianidad. Es más, posiblemente cada día.

Cuando luchamos en nuestras fuerzas, lo más probable es caer. Sin embargo, el panorama es distinto cuando dependemos de Dios cada día.

En Lucas 22:31-32, Jesús le habla a Pedro con palabras llenas de revelación y esperanza:

«Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.» (Lucas 22:31-32, RVR)

Este pasaje se da en un momento crítico: Jesús sabe que la noche de su arresto está por llegar y, con ella, la prueba más grande para sus discípulos.

En medio de esa tensión, Jesús dirige unas palabras profundamente significativas a Pedro, a quien le advierte que Satanás ha pedido poner a prueba su fe. Sin embargo, la promesa que le da es que no lo dejará solo; Él ha rogado por él para que, aunque caiga, su fe no se derrumbe por completo.

LA VULNERABILIDAD HUMANA

Aprendemos, también, sobre la vulnerabilidad humana también la esperanza. Pedro, como todos nosotros, enfrenta sus propias debilidades y tentaciones, pero lo que marca la diferencia es que Jesús intercede por él.

El Señor no nos promete una vida libre de pruebas, sino que nos asegura que, a pesar de las dificultades, Él está con nosotros, intercediendo y sosteniéndonos. La fe no es simplemente la capacidad de mantenerse firme en los momentos buenos, sino la resiliencia que se forma a través de los momentos de debilidad y caída.

El llamado de Jesús a Pedro, «una vez vuelto, confirma a tus hermanos«, nos recuerda que nuestras propias experiencias de superación pueden ser una fuente de fortaleza para los demás.

Al ser restaurados por la gracia de Dios, tenemos el deber y el privilegio de levantar a otros, ser una fuente de ánimo y apoyo, mostrando que, aunque todos pasemos por luchas, la fe puede prevalecer.

JESÚS INTERCEDE POR NOSOTROS

Este pasaje también nos enseña sobre la intercesión de Cristo, quien ora por nosotros incluso cuando no somos conscientes de nuestras propias vulnerabilidades. Su amor y preocupación por nuestra fe es constante, y Él siempre está dispuesto a restaurarnos, sin importar cuántas veces nos caigamos.

Finalmente, debemos recordar que la fe no es una cualidad que se posee una vez y para siempre; es algo que se cultiva y se fortalece a través de las pruebas.

Jesús nos anima a no perder la esperanza, porque su amor y su intercesión son más fuertes que cualquier adversidad. Y cuando pasemos por esos momentos difíciles, podremos ser testigos del poder transformador de la gracia, tanto en nuestras vidas como en las vidas de los demás.

¿Ya recibió a Jesús en su corazón como su único y suficiente Salvador? En Él encontramos perdón de pecados por la Gracia de Dios. Jesús pagó en la cruz para que recibiéramos perdón y pudiésemos emprender una nueva vida. Hoy es el día para abrirle las puertas de nuestro corazón.


© Fernando Alexis Jiménez | @Conexion365

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