Si merece la condenación eterna, ¿por qué lo perdona Dios?

La gracia es sencilla, aunque compleja por lo maravilloso de su alcance. Perdón de pecados en respuesta al arrepentimiento sincero. Y todos nuestros pecados del ayer y de hoy, quedan borrados.


Los seres humanos, por naturaleza, somos muy racionales. Queremos siempre una explicación a la luz de la lógica.

Si nos atentemos a esa línea de comportamiento, lógico, toda persona merece la condenación eterna por la concatenación que pecados que acumula durante su vida.

De hecho, un Dios tan grande como aquél en el que creemos, debería ocuparse de otras cosas y no del destino del género humano.

Sin embargo, sí se ocupa de nosotros, como anota el salmista:

“Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, y la luna y las estrellas que has creado, me pregunto: ¿Qué es el ser humano, para que en él pienses? ¿Qué es la humanidad, para que la tomes en cuenta? Hiciste al hombre poco menor que un dios, y lo colmaste de gloria y de honra. ¡Lo has hecho señor de las obras de tus manos! ¡todo lo has puesto debajo de sus pies! ¡Todas las ovejas y todos los toros! ¡Todos los animales del bosque!” (Salmo 8:3-7 | RVC)

La misericordia de Dios por cada uno de nosotros no tiene límites. Nos perdona y nos brinda siempre una nueva oportunidad.

EL PECADO, UNA SOMBREA QUE NOS PERSIGUE

Nacemos con la naturaleza pecaminosa. Esa condición de maldad, que en algunos casos alimentamos, es la que nos separa de Dios:

“… por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios…” (Romanos 3: 23 | RVC)

Sin embargo, aunque merecíamos la condenación, Dios nos perdona.

EL PERDÓN DE DIOS

¿Cuál sería nuestro destino si muriéramos ahora mismo, sin acogernos a la gracia de Dios? La respuesta es sencilla, aunque no nos guste: la condenación eterna.

Ahora, quizá se pregunte: ¿y qué es eso de la gracia de Dios? Es la demostración del amor de Padre. Por amor, envió a su hijo Jesús a morir en la cruz, en lugar nuestro. Fue nuestro sustituto por la condenación que merecíamos:

“La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él…. pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús, a quien Dios puso como sacrificio de expiación por medio de la fe en su sangre. Esto lo hizo Dios para manifestar su justicia, pues en su paciencia ha pasado por alto los pecados pasados…” (Romanos 3:22-25 | RVC)

Lea el pasaje cuidadosamente. El perdón de nuestros pecados fue posible por la muerte del Señor Jesús en el Gólgota.

Si no hemos sido condenados, es gracias a ese amor y paciencia que Dios nos tiene.

¿Y CÓMO ESPOSIBLE SER PERDONADOS DE TODA LA MALDAD?

Una muy buena pregunta. Si hemos acumulado maldad toda la vida, ¿cómo es posible ser perdonados?

El apóstol Juan nos da la respuesta:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1: 9 | RVC)

El apóstol Pedro va mucho más allá al explicarlo:

«Ustedes saben que fueron rescatados de una vida sin sentido, la cual heredaron de sus padres; y que ese rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, sin mancha y sin contaminación, como la de un cordero, que ya había sido destinado desde antes de que Dios creara el mundo, pero que se manifestó en estos últimos tiempos por amor a ustedes. Por él ustedes creen en Dios, que fue quien lo resucitó de los muertos y lo ha glorificado, para que ustedes tengan puesta su fe y su esperanza en Dios.» (1 Pedro 1:18-21 | RVC)

Desde la eternidad y sabiendo que íbamos a pecar, el Padre determinó que Su Hijo amado, Jesús, expiara nuestros pecados.  Que pagara en nuestro lugar (Juan 3: 14, 15).

Quien cree en Jesús no es condenado, sino que recibe vida eterna. Es decir, quien se acoge a la gracia divina, puede emprender una nueva vida.

SATANÁS NO QUERRÁ DEJARLO EN PAZ

La gracia es sencilla, aunque compleja por lo maravilloso de su alcance. Perdón de pecados en respuesta al arrepentimiento sincero. Y todos nuestros pecados del ayer y de hoy, quedan borrados.

Sin embargo, Satanás no se conforma. Querrá doblegarlo con la sensación de culpa. Una forma de frenarlo, para que no siga adelante.

Sin embargo, avance sin temor. El pecado y el poder que el adversario tenía, fueron vencidos con la obra redentora del Señor Jesús:

«Antes, ustedes estaban muertos en sus pecados; aún no se habían despojado de su naturaleza pecaminosa. Pero ahora, Dios les ha dado vida juntamente con él, y les ha perdonado todos sus pecados. Ha anulado el acta de los decretos que había contra nosotros y que nos era adversa; la quitó de en medio y la clavó en la cruz. Desarmó además a los poderes y las potestades, y los exhibió públicamente al triunfar sobre ellos en la cruz.» (Colosenses 2:13-15 | RVC)

Puede que piense: “De eso tan bueno no dan gratis”. Pues se equivoca, Dios nos perdona sin costo alguno y, además, nos trae salvación por gracia y no por lo mucho que nos esforcemos por ser buenos.

El apóstol Pablo lo aclara de una manera sencilla:

“Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10: 9: Cf. 8:11 | RVC)

Usted tiene la opción de seguir como hasta hoy, en derrota y sintiendo que su existencia no tiene sentido. O, por el contrario, acogerse a la Gracia de Dios y emprender una vida con propósito.

Dios no lo obliga. La decisión está en sus manos. Decídase por el perdón y la salvación.

Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.


Fernando Alexis Jiménez sirve a Dios en la Misión Edificando Familias Sólidas. Transmite el programa “Vida Familiar” y, desde el 2016, dirige el Instituto Bíblico Ministerial.