9 consejos para ayudar a los hijos a escapar de la adicción a las drogas

Los efectos como las consecuencias pueden variar, dependiendo de la persona. El común denominador lo constituye la adicción progresiva, que puede tomar fuerza hasta el punto que la persona cae en el fondo de una espiral.

Los efectos como las consecuencias pueden variar, dependiendo de la persona. El común denominador lo constituye la adicción progresiva, que puede tomar fuerza hasta el punto que la persona cae en el fondo de una espiral.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


La venta y consumo de drogas sintéticas constituyen un boom entre la adolescencia y juventud.  Cada día crece el número de personas que caen en sus redes. Algunas de las más conocidas son el éxtasis, el tusi, el fentanilo, ketamina, mandrax, así como la heroína y cocaína con componentes químicos.

Por su naturaleza, estas sustancias son fabricadas en laboratorio y algunas de ellas son tan sencillas, que podrían elaborarse en la cocina de una vivienda. He ahí la razón por la que resulta complejo ubicar a los fabricantes y distribuidores.

EFECTOS Y CONSECUENCIAS DEL CONSUMO

En la mayoría de los casos, las drogas sintéticas son una amalgama de diferentes ingredientes. En las variaciones más recientes de la ‘receta’ incluye éxtasis, una droga sintética que actúa como estimulante y alucinógeno, ketamina, un anestésico que en dosis altas puede generar alucinaciones (también es un tranquilizante de uso veterinario) y cafeína.

Los efectos entre quienes consumidores, varían. Podemos mencionar:

– Sensación de felicidad.

– Euforia desmedida.

– Energía exacerbada.

– Disposición a asumir riesgos sin medir las consecuencias.

Por supuesto, el deterioro físico es inevitable. Pero, igualmente ineludibles son las consecuencias, cuando comienzan a disminuir los efectos:

– Depresión

– Sensación de vacío

– Depresión

– Cansancio

Insistimos, tanto los efectos como las consecuencias pueden variar, dependiendo de la persona. El común denominador lo constituye la adicción progresiva, que puede tomar fuerza hasta el punto que la persona cae en el fondo de una espiral.

LA INTERVENCIÓN DE LA FAMILIA ES FUNDAMENTAL

Los padres e integrantes de la familia, forman parte esencial en dos etapas: la prevención del consumo y el tratamiento, cuando el adolescente o joven ha caído en los tentáculos de las drogas.

En esa dirección, nuestro aporte debe fundamentarse:

Orar permanentemente por nuestros hijos. Pedir que Dios los proteja.

– No juzgarlos ni señalarlos.

– Reconocer que quizá hemos fallado al no tender puentes de comunicación y, en adelante, interesarnos por ellos.

– Dedicarles tiempo a los hijos.

– Ser sinceros, en cuanto a lo que sentimos y la esperanza que tenemos de que saldrán adelante.

– Brindarles un apoyo incondicional.

– No herir su autoestima.

– Decir no cuando corresponda, bajo la premisa de que ser demasiado tolerantes tampoco ayuda en el proceso.

– Definir límites sin ser autoritario.

Los padres no podemos ni debemos eludir nuestra cuota de responsabilidad. En consonancia con esa realidad, es importante que sumemos esfuerzos para prevenir y ayudar a nuestros hijos a escapar de las redes de la drogadicción.

 

TENER EN CUENTA EL COMPONENTE EMOCIONAL

Muchas de las adicciones de los adolescentes y jóvenes vienen precedidas por un mal manejo de sus emociones. Por ese motivo utilizan las drogas como vía de escape o de diversión.  

Hay una palabra del apóstol Pablo en la que vale la pena meditar:

“«Todo me está permitido», pero no todo es para mi bien. «Todo me está permitido», pero no dejaré que nada me domine.” (1 Corintios 6:12)

En ese aspecto debemos recabar en nuestros diálogos: las drogas llevan al sometimiento.

Los padres deben interesarse por las emociones de sus hijos y, para tratar de entenderlas, aprovechar cualquier espacio u oportunidad.

Ahora, al interior de las conversaciones familiares, un tema que no debe escandalizarnos es el referente a las adicciones que se han popularizado entre la juventud. Mostrarnos sorprendidos no hace otra cosa que levantar barreras innecesarias.

¿QUÉ PAPEL JUEGA EL CASTIGO?

Como método para ayudarles a superar las adicciones, antes que ayudar, el castigo puede resultar perjudicial acudir al castigo.

En caso de que se aplique como, por ejemplo, impedirles que acudan a una actividad con sus amigos, esa sanción o debe estar siempre relacionada con la conducta equivocada en la que haya incurrido, siempre con un fin reparador.

Por supuesto, ese castigo debe estar orientado, no a hacer daño ni a que el menor se sienta mal.

De nada sirve pretender imponer sanciones morales en casa, si como padres o hermanos mayores, no damos ejemplo. Nuestra moralidad debe ser alta para poder transferir esos principios y valores y que, esas enseñanzas, tengan eco entre los hijos.

LA ADICCIÓN A LAS DROGAS A LA LUZ DE LA PALABRA

Cuando enfrentamos una situación completa como el consumo de drogas por parte de los hijos, a quien debemos pedir la primera intervención es a Dios. El nos concede el poder para vencer y salir victoriosos. Después podemos pensar en los terapeutas, cuya ayuda no desestimamos, porque en efecto, puede ser valiosa.

La oración es fundamental. Orar por nuestros hijos, para que sean guardados por el Señor y, también, para que el Señor nos permita tener la sabiduría necesaria para el manejo de todas las situaciones.

¿Y para quien se encuentra en la situación de consumo de drogas? También se recomienda la oración.

Nuestro amado Dios y Salvador Jesucristo instruyó:

“Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.” (Mateo 26:41)

Es Jesús el Señor quien, por Su poder, nos hacer libres, como escribe el apóstol Pablo:

“Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud.” (Gálatas 5:1)

Si es Dios quien gobierna nuestro ser, Satanás –el hábil promotor de la drogadicción—, no podrá hacer gala de su poder, como anota el apóstol Santiago:

“Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.” (Santiago 4:7)

En medio de la crisis que desencadenan las adicciones, es esencial que no nos desprendamos de la mano del Señor. Él nos permite salir victoriosos cuando llega la tentación.

No podríamos despedirnos sin antes invitarle para que se apropie de la gracia de Dios. Es por su divina gracia que Jesús el Señor murió en la cruz para perdonar nuestros pecados y asegurarnos la vida eterna.


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