El misticismo camuflado de cristianismo que lleva al infierno

Es esencial que meditemos cuidadosamente en todo cuanto recibimos, es decir, la información que nos llega diariamente por los medios.

Reviste singular importancia que nos centremos en lo que enseña la Palabra cuando se trata de evaluar las enormes cantidades de información que recibimos diariamente por los diversos medios.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


Si usted accede a una librería, la que sea, encontrará que los temas que se abordan con mayor frecuencia en los títulos, giran alrededor del éxito, la superación y la prosperidad—es decir, el fundamento materialista–, en segundo lugar, gravitan en torno al cielo, los ángeles y qué hay más allá de la muerte—en pocas palabras, todo lo relacionado con el misticismo–.

Estas dos vertientes que toman fuerza en nuestra sociedad, son alimentadas por la Nueva Era, aun cuando utilicen terminología cristiana para amparar los errores que difunden.

Aquí cabe recordar lo que enseña el pastor y expositor bíblico, John MacArthur:

“… camuflar los valores terrenales con terminología cristiana, no hace que sean menos mundanos. Y las experiencias místicas no dejan de ser ocultistas, aunque se adornen con imágenes cristianas.”

En esa dirección, reviste singular importancia que nos centremos en lo que enseña la Palabra cuando se trata de evaluar las enormes cantidades de información que recibimos diariamente por los diversos medios, tanto convencionales como virtuales, incluyendo los contenidos que llegan a nuestras redes sociales.

CAMINAR CON PIES DE PLOMO

En nuestra condición de seguidores de Jesucristo, debemos caminar con pies de plomo, es decir, con mucho cuidado y midiendo cada paso.

No podemos olvidar que, usted y yo, como el patriarca bíblico, somos peregrinos en esta tierra de camino a la presencia del Señor:

«Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba.  Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor.» (Hebreos 11:8-10 | NVI)

En esa dirección, comprendemos que todo cuanto Dios hace con nuestras vidas aquí en la tierra, nos prepara para la eternidad.

La información que consumimos, así esté revestida de un cariz de espiritualidad, debe ser analizada cuidadosamente porque podría alejarnos de la verdad bíblica tras la cual debemos caminar.

PERMITA QUE EL ESPÍRITU SANTO LO GUÍE

Es comprensible que mucha de la información puede sonar espiritual. Incluso, los expositores de las enseñanzas. No obstante, y para evitar caer en confusiones, es fundamental que pidamos la guianza del Espíritu Santo:

«Sin embargo, como está escrito: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman». Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios.» (1 Corintios 2:9-10 | NVI)

Esa permanencia en Dios es la que nos permite no apartarnos del camino, como advierte el apóstol Pablo:

«Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.» (2 Corintios 10: 5 | NVI)

En estos tiempos y con la multiplicidad de medios de comunicación, impresos y electrónicos, la batalla se da en nuestras mentes. ¿De qué manera? Cuando permitimos que enseñanzas de error aniden en nuestra mente.

NO APARTAR LA MIRADA DE DIOS

Es cierto, nos desenvolvemos en el mundo. No podemos apartarnos de esa realidad. Debemos tener los pies puestos sobre la tierra. Pero, de la mano con esa posición, no apartar nuestra mirada de Dios y del sendero por el que transitamos, que nos llevará a una eternidad con Dios.

El apóstol Pablo escribe:

«En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo.» (Filipenses 3: 20 | Cf. Hebreos 13: 14| NVI)

En ese orden de ideas, nuestro corazón no debe desconocer ni desestimar los asuntos espirituales, sino volver la mirada a lo que viene: la eternidad.

El Señor Jesucristo lo dejó claro cuando enseñó:

“Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.” (Mateo 6: 20, 21 | NVI)

Dios no está preocupado por nuestros tesoros (ministerio que desarrollamos terrenalmente, grado de profundidad en conocimientos teológicos, o quizá, el grado de reconocimiento eclesial que tengamos), sino que tiene especial interés en nuestros corazones.

BUSCAR LAS COSAS DE ARRIBA…

El teólogo, John MacArthur, anota:

El cielo es el dominio de Jesucristo. Allí fue para prepararnos lugar en donde vivir a su lado para siempre. Esa es la verdad que hace al cielo algo tan valioso para el creyente. La eternidad que vivamos allá será una eternidad en Cristo, en Su presencia. Ese es el mayor tesoro para un cristiano que tenga sus prioridades en orden.”

Cabe aquí tener en cuenta lo que anota el apóstol Pablo:

«Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.» (Colosenses 3: 1 | NVI)

¿Alcanza a dimensionar el asunto? Conforme avanzamos hacia tiempos difíciles, Satanás aprovechará todos los medios a disposición para engañar. Nos corresponde a usted y a mí, estar alerta y no caer en sus redes.

¿ESTAMOS PREPARADOS PARA LA ETERNIDAD?

Puede que las múltiples ocupaciones de la cotidianidad nos mantengan al margen de una sana espiritualidad. Es el descuido del que se aprovecha el adversario, Satanás. Sobre esa base deberíamos preguntarnos: ¿Estamos preparados para la eternidad?

Piénselo detenidamente. No es un asunto trivial, sino trascendental. Determina dónde estará usted por siempre.

¿Qué hacer? Apropiarnos de la gracia de Dos. Esa gracia que llevó a Jesús el Señor a sufrir la muerte en la cruz para traernos libertad, sanidad, perdón de pecados y la eternidad. ¿Cómo nos apropiamos de la gracia de Dios? Reconociendo nuestros pecados y yendo a la presencia del Padre, en procura de perdón.

Nuestro pecado quedará borrado y, además, tendremos una nueva oportunidad de vida. Hoy es el día para tomar esa decisión. Ábrale las puertas de su corazón.


Escuche  las transmisiones diarias de Vida Familiar con Fernando Alexis Jiménez.


En Redes Sociales @VidaFamiliarCo