El matrimonio no es desechable

Cuando Dios creó al hombre y, posteriormente a la mujer, dispuso que compartieran la vida juntos y que, durante ese proceso, experimentaran el enriquecimiento permanente en la relación.

A diferencia de lo que piensan muchas personas, el matrimonio no tiene un carácter pasajero, ni tampoco es desechable. Dios nos llama a permanecer. Prendidos de Su mano, encontramos soluciones a los problemas y crisis en el hogar.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


Una suave brisa bañaba a Santiago de Cali al caer la tarde. Ricardo iba caminando apresurado a lo largo de la Avenida Sexta, con un deseo profundo que el camino nunca terminara. Cuadras y cuadras que se sucedían en una amalgama de colores y diversas formas de arquitectura. Otras veces le había parecido un recorrido excelente, sobre todo un lunes después de la jornada de trabajo. Hoy le parecía aburrido. Estaba a las puertas de separarse.

Después de todo un fin de semana de continuas discusiones con su esposa, estaba no solo agotado sino con el ánimo de encontrar una solución. En la última discusión, hacia las tres de la tarde, habían hablado de separarse. Ahora lo golpeaba la tremenda disyuntiva, sobre todo porque la amaba y estaban— en medio— dos hijos muy pequeños…

El divorcio jamás será la solución. La familia es una bendición de Dios y, como tal, debemos velar por ella. Quizá siente que está en una encrucijada. ¡Es tiempo de buscar al Señor y Padre nuestro! Él dará la salida. Ese el primer paso.

El segundo es evaluar cuáles han sido sus errores. Claro, su pareja ha fallado, pero usted también debe corregir. Es aquí donde cabe la recomendación que leí en un libro hace poco: 

“… el camino que tenemos ante nosotros efectivamente puede ser la mejor parte del viaje. Puede convertirse en una oportunidad para volver a descubrir y volver a adoptar aquello que nos importa: Una oportunidad para alcanzar un sentido de realización aún más profundo y auténtico que nunca.” (Richard J. Leider. “Vuelva a empacar sus maletas”. McGraw Hill. EE.UU. 2006. Pg. 7)

El divorcio no soluciona nada. Piense en su pareja y en sus hijos. Es muy probable que, como consecuencia de las dificultades, haya pensado en separarse. Si es así, y considera que está decidido, le invito a formularse una pregunta, una sola:

¿Cuál es la razón más poderosa para divorciarme ahora? Hágase este cuestionamiento las veces que sea necesario. Puedo asegurarle que no encontrará razones válidas como para decidirse hoy a emprender la separación.

Le invito para que consideremos lo que dice la Biblia, el libro que tiene las respuestas a nuestras preguntas:

 “Unos fariseos se acercaron y trataron de tenderle una trampa con la siguiente pregunta: — ¿Se permite que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo? Jesús respondió: — ¿No han leído las Escrituras? Allí está escrito que, desde el principio, “Dios los hizo hombre y mujer”. — Y agregó— : “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”. Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido.” (Mateo 19:3-6)

Si usted desea un hogar en armonía, es necesario que le permita a Dios ocupar el primer lugar en su vida. Si nuestro amado Padre celestial que instituyó la familia, es quien gobierna, puedo asegurarle que aún las situaciones más complicadas podrán resolverse.

Dios siempre nos ofrece una salida al laberinto. Aun cuando el panorama luzca ensombrecido, en Él hallamos soluciones y, además, la sabiduría para emprender la recuperación de nuestra familia, que insisto, es una bendición.

LA AVANZADA DEL DIVORCIO, UN ATAQUE ESPIRITUAL

Nuestro adversario espiritual es quien ha venido sembrando la idea de que el divorcio es la salida a las crisis del hogar. Esa es la razón por la que esta idea ha tomado tanta fuerza. “Si las cosas no marchan, hay que separarse”, es la frase que escuchamos con mayor frecuencia.

No se deje arrastrar por lo que dicen a su alrededor. Medite cuidadosamente ese paso, que traerá ruina a su vida sentimental y afectará su vida espiritual.

Recuerde que la Biblia nos advierte: 

“¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.” (1 Pedro 5:8. NTV)

La separación no es, no ha sido ni será jamás una alternativa, por el contrario, constituye la vía más expedita para entrar en un camino hacia el abismo.

Si realmente creemos en un Dios de poder, lo que hacemos es procurar que Él nos ayude.

BUSCAR EN DIOS UNA SOLUCIÓN A LA CRISIS

¿Ha pensado en separarse ahora que la relación matrimonial atraviesa por una profunda crisis? Permítame llamarlo a que reconsidere cualquier decisión.

Es en momentos como esos, que cobra particular vigencia lo que enseña el autor y conferencista, Gary Rosberg

“Preparar parejas a prueba de divorcio es dirigirlas en la dirección adecuada y prepararlas para el viaje en busca de reconquistar el sueño del matrimonio…existe un camino que conduce de vuelta al matrimonio que siempre quiso. Este camino, arraigado en la Palabra de Dios, es posible y necesario…” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004.Pg. 51)

Es importante— en eso es necesario insistir— que hagamos un alto en el camino y reconozcamos dónde y cómo está nuestro matrimonio, y pidamos ayuda a Dios con el propósito de que nos ayude a restaurarlo.

NO PODEMOS MORDER EL ANZUELO

Usted es padre o madre, y sabe que tiene a cargo unos hijos que ama, pero igual, corren enorme peligro. La sociedad en la que nos desenvolvemos, es una sociedad sin principios ni valores que amenaza, que les ofrece drogas, alcohol, comportamiento inmoral y rebeldía, legitimada por progenitores que soportan el que sus vástagos actúen como quieren.

Es allí donde reconocemos que nuestro Adversario, Satanás, está detrás del escenario. El Señor Jesús lo advirtió cuando instruyó a sus discípulos y a nosotros hoy: 

“El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante.” (Juan 10:10. NTV)

No podemos desconocer, en ningún momento, que hay un enorme peligro, razón por la que— una de nuestras prioridades— es orar por nuestro cónyuge y nuestros hijos. Recuérdelo siempre: no podemos morder el anzuelo.

Como creyentes, debemos emprender e involucrarnos en una cruzada contra la separación matrimonial. Por el contrario, nuestro esfuerzo debe ser el de promover la unidad del hogar, teniendo a Dios como nuestro supremo ayudador y apoyo para afianzar el amor, la comprensión y la tolerancia.

¿ES DESECHABLE EL MATRIMONIO?

Un clasificado publicado en un reconocido diario nacional, anunciaba: “Deseo establecer matrimonio con chico joven, serio, responsable, trabajador y amoroso. Prometo divorciarme si las cosas no funcionan. Atentamente, Lucía”. Inmediatamente citaba un correo electrónico y un número de teléfono celular.

Estoy seguro que a todos cuantos leyeron el anuncio les llamó poderosamente la atención, aun cuando no es el primero ni será el único. En muchos periódicos aparecen cada día.

 ¿Cuál es la razón? Los jóvenes temen contraer matrimonio. No desean repetir la triste historia de sus progenitores, quienes han acudido a la separación como única vía para resolver sus conflictos.

Cuando vamos a las Escrituras que se constituyen en el mejor libro para la familia, haya que en el plan de Dios jamás ha estado el divorcio como una alternativa. Por el contrario, mantener la relación ha sido su deseo, sobre la base de que si surgen tropiezos, Él puede ayudarnos a resolverlos.

Dios creó la familia. Él sabe todo acerca de sus conflictos, pero también, de las soluciones. Él es el Hacedor y en la Biblia, entregó un manual para encontrar respuestas a todos los interrogantes y dificultades que nos asaltan. Procurar soluciones aparte de Él es tropezar con enormes barreras e incrementar el nivel de los conflictos.

El autor y conferencista internacional, John Piper, lo explica de la siguiente manera:

“El matrimonio es obra de Dios porque es la unión en un solo cuerpo que él mismo lleva a cabo. Vislumbramos la magnificencia del matrimonio cuando vemos en la Palabra de Dios que Él es el gran hacedor. El matrimonio es su obra. Proviene de él y existe mediante él. Eso es lo fundamental que podemos decir del matrimonio.” (John Piper. “El pacto matrimonial”. Tyndale House Publishers. EE.UU. 2013. Pg. 7)

Cuando al primer inconveniente que surge en la relación de pareja o cuando llega la fatiga, consecuencia del paso de los años y la rutina, una puerta en la que piensan muchos es en el divorcio.

Es una inclinación tan antigua como el tiempo, que en algún momento plantearon al Señor Jesús unos religiosos: 

“Unos fariseos se acercaron y trataron de tenderle una trampa con la siguiente pregunta: “— ¿Se permite que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo? Jesús respondió: — ¿No han leído las Escrituras? Allí está escrito que, desde el principio, “Dios los hizo hombre y mujer”. — Y agregó—: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”. Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido.” (Mateo 19:3-6. NTV)

Cuando Dios creó al hombre y, posteriormente a la mujer, dispuso que compartieran la vida juntos y que, durante ese proceso, experimentaran el enriquecimiento permanente en la relación. Esa misma placidez debía proyectarse en la relación con los hijos. En esencia, el matrimonio y la familia son una de las muchas bendiciones que Dios nos ofrece cada día.

La sentencia es clara: “…que nadie supere lo que Dios ha unido.” Pensar o avanzar en camino hacia el divorcio, es ir en contravía de los planes de Dios, y jamás habrá bendición en la decisión de separarse.

Desconozco cuál sea su situación familiar, lo que sí sé es que debe tomarse un tiempo, reevaluar su situación y darle espacio— el primer lugar— a Dios.


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