Cuídese de la inmoralidad en la vida familiar

Uno de los detonantes de la destrucción en la vida familiar, es la inmoralidad. Cada día toma más fuerza. Una señal de alarma para estar alerta.


Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar


El matrimonio y en general la familia constituye un entorno en el que no podemos abrir espacios a la inmoralidad. La intimidad en la relación con el cónyuge es parte de lo que se espera de nosotros, como seres humanos con integridad al interior de un hogar.

En la Palabra leemos una valiosa recomendación del apóstol Pablo:

“Paso ahora a los asuntos que me plantearon por escrito: «Es mejor no tener relaciones sexuales». Pero, en vista de tanta inmoralidad, cada hombre debe tener su propia esposa, y cada mujer su propio esposo. El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo.  La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y solo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio propio.” (1 Corintios 7: 1-5 | NVI)

También cabe aquí mencionar otra enseñanza que compartió con los creyentes de Éfeso, en el primer siglo:

“Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo.” (Efesios 5: 21 | NVI)  

Una primera conclusión se orienta a tener claro que la vida sexual en la pareja tiene un alto componente espiritual. No tiene sentido tratar de desligar el asunto de nuestra fe en Dios.

NO ABRIR PUERTAS

No podemos dar lugar a la pornografía, ni tampoco a las fantasías lujuriosas, aunque la psicología moderna la considera algo natural. El apóstol Pablo es claro al advertir:

“Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales.”(Hebreos 13: 4 | NVI)

La relación de pareja debe ser consensuada, sin abrir puertas a aquello que despierta vergüenza porque, sabemos, encierra algo pecaminoso.

Tampoco se puede violentar la voluntad del esposo o de la esposa. Si a uno de los dos le parece que un acto que pudieran realizar no es apropiado, el asunto debe someterse a revisión, en el marco del diálogo.

Neil T. Ánderson, autor y conferencista de renombre, escribe:

“La opresión sexual destruye muchos matrimonios, y el origen del problema por lo general puede deberse a la pornografía, la promiscuidad, el incesto y la violación antes del matrimonio. Casarse no resolverá el asunto. En muchos casos el problema se acentúa.”

Es necesario cuidar a la familia, comenzando por la relación con el cónyuge. Una forma de hacerlo es caminando de la mano del Señor y atesorando en nuestro corazón los principios y valores que aprendemos en la Biblia.

UNA VÍA DE ESCAPE

Es en Dios en quien encontramos una vía de escape cuando la vida conyugal atraviesa por crisis, particularmente en el ámbito sexual. También cuando vienen tentaciones que ponen en riesgo la relación.

¿Por qué motivo? Porque quizá estamos frente a la inmoralidad que destruye, inmoralidad que quizá se está abriendo puerta en el hogar. La primera manifestación son las batallas mentales, batallas que podemos vencer si permitimos que Cristo gobierne nuestros pensamientos.


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