¿Cómo vencer las tentaciones sexuales?

Nuestro adversario Satanás, no desaprovechará la ocasión para hacernos sentir culpables e, incluso, llevarnos a pensar que no vale la pena buscar a Dios

Todos los seres humanos somos proclives a las tentaciones. Comienzan en la mente. Si alimentamos los pensamientos, sin duda terminaremos cayendo. ¿Como salir de la situación?


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial  


¿Dónde comienzan las tentaciones sexuales? De la mano con este primer interrogante: ¿Dónde se materializan las tentaciones sexuales? Y un tercer cuestionamiento que cobija a los anteriores: ¿Cómo vencemos las tentaciones sexuales?

Un estudio psicológico de la Universidad de Harvard evidenció que un 90% de las personas, jóvenes y adultas, enfrentan tentaciones mentales, esencialmente relacionadas con fantasías sexuales.

Los factores que estimulan ese tipo de pensamientos tienen origen en tres elementos:

– Imágenes

– Palabras estimulantes

– Conversaciones y chistes estimulantes en su contenido.

En ese orden de ideas, respondemos a un primer interrogante en torno al origen de las tentaciones y la respuesta es esencial: en la mente. Es allí donde se anidan.

CONSECUENCIAS DE LAS TENTACIONES SEXUALES

Quien se ha visto enfrentado a las tentaciones sexuales, sin duda coincidirá en que se experimentan al menos tres sensaciones:

– Culpabilidad espiritual

– Crisis de conciencia

– Desasosiego

Nuestro adversario Satanás, no desaprovechará la ocasión para hacernos sentir culpables e, incluso, llevarnos a pensar que no vale la pena buscar a Dios porque Él estará muy enojado con nosotros.

La escritora y conferencista, Shannon Ethridge, anota lo siguiente:

“… la mayoría de los psicólogos que no deberíamos permitir que las fantasías sexuales nos controlen. Somos mentalmente capaces de controlarlas. Es algo que la Biblia nos alienta que hagamos.”

Tras reconocer que en nuestra mente toman forma las tentaciones, un segundo elemento que aprendemos es que tenemos la capacidad de controlar esos pensamientos que resultan altamente dañinos.

UNA PERSPECTIVA BÍBLICA

Si bien es cierto es inevitable que se presenten tentaciones, porque por naturaleza fuimos creados como seres sexuales, lo que no debemos es ceder y, además, alimentar su materialización. Hacerlo, acarreará consecuencias de carácter espiritual y físicas.

Nuestro amado Dios y salvador Jesucristo abordó el tema de las tentaciones a partir de fantasías sexuales:

“Ustedes han oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te hace pecar[a], arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.” (Mateo 5: 27-29 | NBLA)

Y el apóstol Pablo, dirigiéndose a los creyentes del primero siglo y a nosotros hoy, enseña:

“¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios.” (1 Corintios 6: 9, 10 | NBLA)

Ahora, ¿acaso no enfrentamos tentaciones al mirar? Y, además, el mundo que nos rodea ¿no está plago de imágenes sugerentes que nos tornan proclives a la tentación?

Si nos atenemos a la letra, todos estamos condenados, incluso, con todo y la gracia de Dios.

No obstante, sobre lo que debemos enfatizar es que Él nos concedió la capacidad de controlar nuestros pensamientos, desechando lo malo. Y, en segundo lugar, que si la tentación es muy fuerte, podemos y debemos recurrir a Dios en procura de fortaleza.

MODIFICAR NUESTRA FORMA DE PENSAR

Los creyentes redimidos por Jesús y ahora, en la gracia de Dios, estamos llamados a modificar nuestra forma de pensar. Podemos lograrlo, por la gracia y la fortaleza que encontramos en el Señor cuando clamamos a Él.

¿Perdemos la salvación por las tentaciones y, más allá, si cedimos alguna vez? No, no perdemos la salvación. Recuerde que el camino tiene dos componentes: un arrepentimiento sincero y pedir perdón a Dios.

Alrededor del tema, Shannon Ethridge, escribe:

“… la salvación no es cuestión de pureza sexual, sino estrictamente una cuestión de confianza en Cristo como Su Salvador personal. Sin embargo, la pureza sexual es o debería ser un distintivo natural de quien es santificado, lo cual significa llegar a ser más santo sencillamente porque tenemos una relación estrecha con el Espíritu Santo.

Loque cabe es vencer las tentaciones sometiendo a Dios nuestros pensamientos:

“Pues, aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne. Porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo…” (2 Corintios 10: 3-5 | NBLA)

En evidente que siempre enfrentaremos tentaciones sexuales, lo que nos lleva a mantener una estrecha dependencia de Dios. Él nos fortalece y asegura la victoria. En ese orden de ideas, es de la mano del Señor, como podemos sublimar los deseos dañinos y enfocar nuestros esfuerzos en algo más productivo y edificante.

UNA DECISIÓN IMPORTANTE

No podríamos concluir sin antes traer a colación al autor cristiano, Josh MacDowell, quien escribe;

“El cristianismo no es una religión. La religión es la persona misma tratando de llegar a Dios por las buenas obras. El cristianismo es Dios viniendo a los hombres y a las mujeres a través de Jesucristo, ofreciéndoles una relación personal. Así las cosas, un cristiano es alguien que pone su confianza en Cristo.”

Dios nos ama con amor eterno. Ese amor es el que lleva a que nos mire con misericordia a pesar de nuestros pecados, y nos extienda Su gracia.

¿Qué nos corresponde? Reconocer los equívocos que nos separan de Él, pedir perdón y apropiarnos de la gracia divina. Por gracia tenemos perdón de pecados, una nueva oportunidad de vida y la eternidad. Reciba hoy a Cristo en su corazón.

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