Cómo ayudar a los hijos a enfrentar hechos traumáticos

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Ore por sus hijos. Clame a Dios por ellos. Pida que el Señor traiga consuelo y sanidad interior a sus corazones. Dios responde con poder y hace lo que quizá usted y yo, y ni siquiera la ciencia, puede hacer.


Fernando Alexis Jiménez | Editor de Familias Sólidas | @VidaFamiliarCo


Hay varios hechos que son inevitables y tienen ocurrencia al interior de la familia, que generan un impacto traumático en los hijos. El más frecuente es la separación de los padres. Le siguen en su orden la desaparición de un ser querido, un accidente o la ocurrencia de una enfermedad y, también producen un impacto profundo, el cambio de residencia o de colegio.

Los niños reciben alguno de estos hechos como algo lesivo a su estabilidad.  La seguridad para superar estas realidades que son ajenas a la voluntad y al manejo de los pequeños, proviene de los progenitores. Ustedes y yo jugamos un papel muy importante en todo el proceso.

¿De qué manera contribuimos a la seguridad que necesitan los hijos para enfrentar cualquier situación adversa de la vida? De tres maneras: la crianza que les brindamos, el ejemplo que impartimos con nuestros hechos, y el aliento y apoyo en las situaciones críticas.

LOS MOMENTOS CRÍTICOS DEMANDAN APOYO

Cuando nuestros hijos afrontan una circunstancia traumática, lo más probable es que entren en períodos depresivos, de agitación, que experimenten cefaleas, dolor de estómago, irritabilidad, llanto frecuente e, incluso, temor a salir a la calle o ir al colegio. Son las formas como expresan lo que están viviendo. En algunos casos pueden prolongarse hasta la adultez, si no tienen el debido tratamiento.

La ayuda sicológica es importante. No obstante en el proceso de sanidad interior, en nuestra condición de cristianos, consideramos que debe involucrarse a Dios.

En medio de todo el cúmulo de emociones encontradas que vivan los pequeños, es fundamental que los rodeemos con amor, comprensión, tolerancia y disposición de ayudarles.

Hay un pasaje que leemos en el libro del profeta Isaías que nos lleva a reflexionar al respecto:

“¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes.”(Isaías 49:15-16 | NVI)

Como padres estamos llamados a ofrecerles todo nuestro acompañamiento y a dedicarles el mayor tiempo posible.

Aquí cobra particular vigencia un principio alrededor del cual debemos girar los creyentes en Jesús: Nuestra familia es nuestro primer ministerio. No de otra manera podemos avanzar en la meta de edificar familias sólidas.

CONSEJOS A SEGUIR CON LOS HIJOS

Cuando tenemos en casa un hijo o hija que atraviesa por un período crítico como consecuencia de un hecho traumático, hay siete consejos eficaces que compartimos con ustedes:

1.- Manténgase atento a los cambios emocionales de su hijo

2.- Manifiésteles en todo momento comprensión y apoyo

3.- Ayúdeles a comprender y asimilar que no es el fin de todo y que deben seguir adelante.

4.- Si su hijo o hija quiere hablar, escúchelos. Permítales desahogarse.

5.- Despeje sus interrogantes, en la medida de sus posibilidades.

6.- Demuéstreles amor con hechos. Gestos, caricias, un abrazo.

7.- Aliéntelos cada vez que pueda. Que le sienten cerca como padre o madre.

La situación de sus hijos es y será siempre muy importante. Es una responsabilidad que nos asiste como cristianos. No podemos ser ajenos a ella y a todo lo que implica.

EL AMOR A LOS HIJOS ES PRIORITARIO

Cuando los incidentes traumáticos afectan a sus hijos, tenga presente que expresarles el amor es primordial. Es cuando más deben sentirle muy cerca.

De la mano con esa disposición de ayudarlos, deben ir las expresiones de amor. Recuerde al apóstol Juan cuando escribe:

“Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.”(1 Juan 4:16 | NVI)

El amor debe ser nuestro distintivo, y más en nuestra condición de progenitores.

Y finalmente un aspecto que realmente debe ser prioridad: Ore por sus hijos. Clame a Dios por ellos. Pida que el Señor traiga consuelo y sanidad interior a sus corazones. Dios responde con poder y hace lo que quizá usted y yo, y ni siquiera la ciencia, puede hacer.

El proceso puede tomar tiempo, pero poco a poco se irá surtiendo efecto y verá los resultados.

No podría despedirme sin antes invitarle para que invite a Dios a su familia. Dele el primer lugar, que le corresponde. Y si aún no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, es hora de que lo haga. Puedo asegurarle que jamás se arrepentirá de ése, que es el mejor y más grande paso que puede dar en su vida.


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