Caminar con Jesús por encima de la adversidad

Puede que en el caminar con Cristo enfrentemos dificultades, pero no podemos ni debemos perder de vista que es un viaje maravilloso porque no estamos solos, sino que, de su mano, podemos dar nuevos pasos cada día.

Puede que en el caminar con Cristo enfrentemos dificultades, pero no podemos ni debemos perder de vista que es un viaje maravilloso porque no estamos solos, sino que, de su mano, podemos dar nuevos pasos cada día.


Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar | @VidaFamiliarCo


Si partimos de la base de que somos cristianos y que avanzamos, no por nuestras fuerzas, sino por el poder de Dios, sin duda concluimos que es por la gracia divina. No hay otra explicación ni humana, ni por supuesto bíblica.

“Si no fuera porque el Señor me fortalece, hace ya mucho tiempo que hubiese renunciado a la vida de fe.”, compartió una esposa y madre de familia que ha enfrentado muchas dificultades, al término de una conferencia que compartimos en Lima (Perú).

En su saludo afectuoso a los creyentes de Éfeso, Pablo enfatizó:

“Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.” (Efesios 1: 2 | NVI)

Es el anhelo del apóstol, que la gracia y la paz abundaran en los creyentes del primer siglo.

MOVIÉNDONOS EN LAS BENDICIONES

¿Qué es una bendición? En palabras sencillas son beneficios inmerecidos. En esa dirección entendemos que es fruto del amor de Dios por todos nosotros, los pecadores.

Las bendiciones o beneficios se manifiestan en nuestra vida en todas las áreas: espiritual, personal, social, familiar, material y, por supuesto, el listado podría ser muy amplio. Aunque haya dificultades, en Dios avanzamos en victoria.

Esa es una bendición a la que, generalmente, no otorgamos relevancia, al menos, no la que merece.

Pablo reconoce la importancia de las bendiciones en nuestra existencia y escribe:

“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo.” (Efesios 1: 3 | NVI)

Observe cuidadosamente que no es algo futuro, sino que lo plantea en tiempo presente, es decir, por la obra redentora de Jesucristo ya fuimos bendecidos, es decir, tenemos privilegios que humanamente y por nuestros esfuerzos, jamás podríamos lograr.

Al tener comprensión de este hecho, nuestra perspectiva de la vida debería cambiar. ¿La razón? Con frecuencia ponderamos las dificultades y los tropiezos inesperados, antes que todo el cúmulo de hechos positivos y alentadores que nos ocurren diariamente.

Nuestra existencia puede tener nuevos incentivos si dejamos de enfocarnos en lo negativo de la cotidianidad y privilegiamos lo bueno, que proviene de nuestro amoroso Padre celestial.

Por esa razón, Pablo recomendó a los creyentes en Roma:

“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12: 1, 2 | NVI)

Y en su carta magistral a los cristianos de Filipos, los alienta a modificar sus esquemas de negativismo:

“Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.” (Filipenses 4: 8 | NVI)

Nuestra valoración de las bendiciones nos ayudará a comprender parte de la grandeza del amor que nos tiene el Creador. Digo que parte, porque nuestra forma de entender lo espiritual es muy limitada.

LO MARAVILLOSO DE SER ESCOGIDOS POR DIOS

Somos bendecidos no por merecimientos, sino por la gracia de Dios. Eso está claro.

De igual manera fuimos escogidos por Él desde antes de la fundación del mundo:

“Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.   En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento.  Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, 10 para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo, esto es, reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra.” (Efesios 1:4-10 | NVI)

Por su infinito amor fuimos reconciliados con el Padre para ser pueblo suyo, perdonar nuestros pecados, ser adoptada como hijos y que pudiéramos disfrutar de la vida plena.

En la práctica debemos considerar nuestro caminar con Cristo. Por gracia fuimos escogidos, perdonados y recibimos fortaleza para avanzar por ese motivo, no podemos ceder a los dardos del adversario, Satanás, quien nos lleva a dimensionar las dificultades y los fracasos por encima del avance significativo que hemos alcanzado con ayuda del Señor.

El enemigo hace su trabajo de poner tropiezo. Nos corresponde seguir dando pasos sólidos en la vida de fe, prendidos de la mano del Señor Jesús.

Recuerde que desde la antigüedad el Padre dejo claro que somos parte del pueblo escogido:

“Porque para el Señor tu Dios tú eres un pueblo santo; él te eligió para que fueras su posesión exclusiva entre todos los pueblos de la tierra.  El Señor se encariñó contigo y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso, sino el más insignificante de todos. Lo hizo porque te ama y quería cumplir su juramento a tus antepasados; por eso te rescató del poder del faraón, el rey de Egipto, y te sacó de la esclavitud con gran despliegue de fuerza.  Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos…” (Deuteronomio 7: 6-9 | NVI)

Esa escogencia, insistimos, fue por amor, por gracia, no por los méritos que nos puedan asistir o que quizá, creemos tener.

El teólogo, R.C. Sproul, en la Biblia de Estudio de la Reforma, anota:

“En el caso de los escogidos, Dios interviene positiva y activamente para obrar su gracia en sus almas y traerlos a la fe salvadora. Unilateralmente regenera a los escogidos y asegura su salvación. La maldad del hombre a la que no quiere renunciar, los llama a resistir la Salvación de Dios.”

El Señor nos perdona, salva y asegura vida eterna.

Pablo en su carta a los creyentes de Tesalónica:

“Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad. Para esto Dios los llamó por nuestro evangelio, a fin de que tengan parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, sigan firmes y manténganse fieles a las enseñanzas que, oralmente o por carta, les hemos transmitido.” (2 Tesalonicenses 2: 13- 15 | NVI)

Por mucho que lo quiera Satanás, no podrá apartarnos del amor del Padre. Ese amor sin límites nos permite crecer en Cristo.

LA RELACIÓN CON DIOS ES FUNDAMENTAL

Puede que en el caminar con Cristo enfrentemos dificultades, pero no podemos ni debemos perder de vista que es un viaje maravilloso porque no estamos solos, sino que, de su mano, podemos dar nuevos pasos cada día.

Aquí cabe escuchar nuevamente a Pablo en su mensaje a los creyentes de Roma:

“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.  Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.” (Romanos 8: 28-31 | NVI)

Así las cosas, conscientes de la gracia de Dios, avanzamos siempre. Lo hacemos, por encima de la adversidad.

La clave de la victoria radica en permanecer en el Padre, caminando a Su lado, prendidos de Su mano.

LA MIRADA ENFOCADA EN CRISTO

Las circunstancias inesperadas que salen al paso, no pueden impedir que cada día demos nuevos pasos.

Es un aspecto relevante de haber sido escogidos por Dios:

“En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en poner nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria.” (Efesios 1: 11, 12 | NVI)

Si miramos alrededor y prestamos atención únicamente a las dificultades, nos apartaremos del sendero de vida.

Concluimos insistiendo en que la clave de la victoria es no desprendernos de la mano del Padre celestial.


Escuche Aquí las transmisiones diarias de Vida Familiar