¿Por qué debemos orar por nuestros hijos?

Frente a los peligros que enfrentan nuestros hijos en la sociedad, donde prevalecen los antivalores, cobra vigencia la importancia de orar diariamente por nuestros hijos.

Frente a los peligros que enfrentan nuestros hijos en la sociedad, donde prevalecen los antivalores, cobra vigencia la importancia de orar diariamente por nuestros hijos.

Por Fernando Alexis Jiménez | Misión Edificando Familias Sólidas


La sociedad que nos rodea extiende peligrosas redes que pueden envolver a nuestros hijos y llevarlos a perderse por la eternidad.

Hace pocos días, en la avenida, una adolescente totalmente drogada se acercó para pedirme dinero o comida.

Cristo murió por ella y por tantos jóvenes en el mundo, indistintamente de la situación de pecados o adicciones en las que estén inmersos.

Esa chica de quien jamás sabré su nombre, me recordó que, como padres, no podemos dejar de orar por nuestros hijos.

De la mano con el clamor por ellos, delante de Dios, instruirlos en principios y valores que les permitan enfrentar una cultura desenfrenada y vertiginosa como la que nos rodea:

“Enseña al niño a seguir fielmente su camino, y aunque llegue a anciano no se apartará de él.” (Proverbios 22: 6 | RVC)

Los principios y valores se convierten en cimientos sólidos que permiten enfrentar amenazas como información dañina en redes sociales, las amistades que pueden resultar dañinas y tóxicas, la propia curiosidad de los muchachos de hoy día y tantos factores que los acercan a enormes riesgos, en los que pueden sucumbir.

ENSEÑAR CON EL EJEMPLO

El gran desafío que tenemos los padres, es enseñar a las nuevas generaciones a partir del ejemplo. Prestarles atención, valorarlos, apoyarlos y estimularlos para que avancen.

Esto incluye, por supuesto, enseñarles a obedecer a Dios, a amarle, y a vivir de acuerdo con sus valores.

Timoteo, uno de los fieles colaboradores de Pablo, fue formado a partir de las enseñanzas Escriturales, como leemos en la segunda carta que le escribió el apóstol:

“Desde la niñez has conocido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.” (2 Timoteo 3: 15, 16 | NBLA)

El profeta Moisés, anotó en su mensaje a los israelitas, que tiene alcance para nosotros hoy:

«Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón, y se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, y cuando vayas por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes.» (Deuteronomio 6:5-7 | RVC)

Al analizar estos dos textos, evidenciamos la enorme responsabilidad que nos asiste como adultos.

Trazamos las sendas para las generaciones que nos sucederán, con fundamentos bíblicos. Si no lo hemos hecho aún, debemos imprimir los ajustes necesarios.

DIOS TIENE UN PLAN PARA NUESTOS HIJOS

En medio de la desesperación por la situación en la que se encuentren nuestros hijos, debemos recordar que no estamos solos en la crianza y formación de ellos. Dios tiene un plan para cada uno.

«Cuando me encuentre angustiado, tú me infundirás nueva vida… Tú, Señor, cumplirás en mí tus planes; tu misericordia, Señor, permanece para siempre. Yo soy creación tuya. ¡No me desampares!» (Salmo 138: 7, 8 | RVC)

Es necesario descansar en Dios y recordar, siempre, que Él puede cambiar el curso de la historia, tanto la nuestra como la de los hijos.

“Y a Aquel que es poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea dada la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.” (Efesios 3:20, 21 | RVC)

La gracia de Dios—disponible para todos—es la que permite rescatar a nuestros hijos del camino de perdición que estén transitando.

Nuestro amado Padre, puede sacarlos del pozo de la desesperación, y traerlos a una nueva vida. Por eso, debemos orar siempre por los hijos.

Ahora, hablando de la gracia divina, ya se puso a cuentas con Dios para que perdone sus pecados. Jesús pagó el precio de nuestra maldad en la cruz. Él lo hizo por amor. Nos ofrece una nueva oportunidad. Podemos emprender una existencia renovada, tomados de la mano del Salvador. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo.


© Fernando Alexis Jiménez | @RevistaVidaFamiliar

Lea también: