¿Dedica más tiempo al internet que a sus hijos?

familia, padres, hijos

En una época en la que se han popularizado las redes sociales y muchas personas consideran imprescindible chatear por el teléfono celular, es común descubrir que la digitalización nos está distanciando de los hijos.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


Los tiempos han cambiado. La imagen de la mujer que cargaba de un lado a otro con sus hijitos, quedó en el pasado. Lo más frecuente es ver madres que tratan sin mayor éxito de compartir tiempo entre el cuidado de sus hijos y el chequeo permanente del teléfono celular con el propósito de no perder ninguna de las actualizaciones de las redes sociales.

Estudios realizados en varios países de Latinoamérica coinciden en señalar que al menos un 60% o más de las progenitoras atribuyen importancia, dentro de sus ocupaciones diarias, a entrar en la comunidad virtual. Lo hacen, generalmente, desde el hogar.

A este hecho se suma el que de cada 100 hombres, por lo menos 47 están muy pendientes de mirar su teléfono móvil, sin importar que estén con sus hijos.

Este comportamiento es muy frecuente en parejas jóvenes. Las redes sociales se constituyen para ellos en una prioridad.

LAS CONSECUENCIAS DE DESCUIDAR A LOS HIJOS  

Aun cuando parezca intrascendente, dedicar más tiempo al internet que a los hijos, desencadena consecuencias que afectan su proceso de formación y crecimiento.

Si me permite enumerar algunos elementos que van ligados al interés en las redes sociales por encima de sus pequeños, se citan los siguientes:

> Inseguridad

> Bajo rendimiento escolar

> Rebeldía procurando llamar la atención de su progenitora

> Dificultades para sujetarse a la autoridad superior

> Trastornos en su personalidad

> Sensación de abandono

> Propensión a reñir con otros niños

Pero el asunto va más allá. Una inclinación permanente a estar atentos a cómo evolucionan las publicaciones en las redes sociales, trae consigo problemas incluso en la relación de pareja:

> Dificultades en la comunicación

> Distanciamiento

> Desintegración familiar

> Divorcio emocional que puede terminar en divorcio físico

> Desmotivación en la relación

Estos aspectos no debemos desestimarlos; por el contrario, debemos evaluarlos con detenimiento. Puede que nuestra propensión a estar muy atentos a las redes sociales nos esté trayendo problemas, pero si somos cuidadosos, podemos encontrar salidas oportunas a los eventuales problemas que se de desencadenan.

No en vano el rey Salomón escribió hace muchos siglos:

«El avisado ve el mal y se esconde; más los simples pasan y reciben el daño.»(Proverbios 22:3)

Es imperativo que hagamos un alto en el camino. ¿Nos está afectando la adicción al teléfono celular? ¿De qué manera interviene en nuestra relación familiar? ¿Nos roba tiempo el dispositivo electrónico para estar junto con nuestros hijos y el cónyuge?

CADA COSA EN SU TIEMPO  

Todo bajo la tierra tiene su tiempo. Es un principio que mucha significación que aplica a nuestra vida personal y familiar.

El rey Salomón escribió:

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora: …tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar, tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntarlas, tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar, tiempo de buscar y tiempo de perder…»(Eclesiastés 3:1 4-6. Versión Reina Valera 1995)

No que le inste a deshacerse de su teléfono móvil. En absoluto. Lo que le invito hoy a reflexionar si ha caído en la tentación de dedicar más tiempo a consultar ese dispositivo electrónico antes que a su familia, que debe ser hoy y siempre su prioridad.

Como anota el autor bíblico, hay tiempo para todo. Lo que debemos hacer es invertir adecuadamente las 24 horas que Dios nos regala cada día.

PIENSE EN SU FAMILIA  

Sobre esa base, si la familia debe ser lo primero—después de Dios, por supuesto–, el tiempo que les dedicamos debe ser el mejor. Es un principio por el cual debemos responder ante el Señor, y no desestimarlo.

Hoy es el día para emprender el proceso de cambio. Está a tiempo. Revise en qué está fallando y dispóngase a aplicar correctivos.

No podría despedirme sin antes invitarle para que tome la mejor decisión de su vida: Reciba a Jesús como su Señor y Salvador. Es el mejor paso que jamás podemos dar. Prendidos de su mano, iniciamos la maravillosa experiencia de crecimiento personal, espiritual y familiar. Ábrale hoy su corazón a Jesucristo…


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