5 pasos para morir a una vida de pecado

Cualquiera sea la situación de pecado que experimentemos, incluyendo los hábitos auto destructivos, pueden superarse. El equívoco radica en depender de nuestras propias fuerzas, y no de Dios.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial 


De Harold podré decirle que admiraba su capacidad para memorizar pasajes de la Biblia, tener claridad en la doctrina cristiana y su capacidad de liderazgo. Sin embargo, tenía una enorme debilidad por las drogas.

Estuvo en varios procesos de rehabilitación, pero apenas podía, escapaba de los centros y volvía a las calles a consumir marihuana y derivados de la cocaína.

No puedo vencer. Dios sabe que anhelo ser libre, pero mis adicciones me ganan la partida. —, repetía con amargura.

Ahora, ¿tenía razón? En absoluto. Cualquiera que sea la situación pecaminosa que enfrentemos, podemos vencerla. No en nuestras fuerzas, sino por la gracia de Dios. Él ya nos concedió la victoria.

Este asunto, trascendental para quienes viven de fracaso en fracaso, lo abordaremos hoy, teniendo como norte una meta: la necesidad de morir al pecado y depender de Dios.

SÍ ES POSIBLE VENCER UNA VIDA DE PECADO

Todos enfrentamos momentos difíciles, particularmente cuando el pecado viene a nuestra vida. Lo que no debemos hacer, si esperamos salir victoriosos, es trasladar la responsabilidad a otras personas.

El autor cristiano, Edwin Luis Cole, anota lo siguiente;

“Hay quienes nunca han vencido los hábitos dañinos y creen que están luchando contra Satanás, cuando en realidad están conteniendo con sus propias debilidades. La tibieza es una mezcla de caliente y frío. Si te niegas a crecer, serás vomitado.”

El apóstol Santiago aborda el asunto desde esta perspectiva:

“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” (Santiago 1: 13-15 | RVC)

Sobre esa base, partimos de una base: es necesario asumir nuestra responsabilidad en la pecaminosidad que en ocasiones rodea nuestra vida y de la que no queremos salir y, si lo deseamos, avanzamos equivocadamente en ese propósito.


La razón de nuestros fracasos recurrentes se fundamenta en depender de nuestras fuerzas y no del poder de Dios. Él es quien nos asegura la victoria.


DECIDIRNOS A MORIR AL PECADO

Cualquiera sea la situación de pecado que experimentemos, incluyendo los hábitos auto destructivos, pueden superarse. El equívoco radica en depender de nuestras propias fuerzas, y no de Dios.

Cuando entendemos qué es Su Gracia, el enfoque cambia y descubrimos que sí podemos obtener la victoria.

El primer paso, es tomar conciencia que moviéndonos en un mundo de pecado y solazándonos en los antivalores que prevalecen en nuestra sociedad, difícilmente vamos a dar pasos victoriosos.

Es oportuno acogernos a lo que enseña el rey David en el libro de los Salmos:

“Bienaventurado el hombre que no anda en compañía de malvados, ni se detiene a hablar con pecadores, ni se sienta a conversar con blasfemos. Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos: llegado el momento da su fruto, y sus hojas no se marchitan. ¡En todo lo que hace, prospera! (Salmo 1: 1, 3 | RVC)

Una vez nos movemos a ese escenario, podemos afirmarnos en la decisión de morir al pecado, como lo advierte el apóstol Pablo en su carta a los creyentes de Colosas:

«Por lo tanto, hagan morir en ustedes todo lo que sea terrenal: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia. Eso es idolatría.» (Colosenses 3: 5 | RVC)

Cuando hablamos de inmoralidad, tocamos el asunto de los vicios que mantienen atadas a muchas personas y de los cuales quieren salir, pero sienten que no pueden. ¿Cómo hacerlo, entonces?

DEPENDER DE DIOS, LA CLAVE

La razón de nuestros fracasos recurrentes se fundamenta en depender de nuestras fuerzas y no del poder de Dios. Él es quien nos asegura la victoria.

El apóstol Santiago lo plantea en los siguientes términos:

«Por lo tanto, sométanse a Dios; opongan resistencia al diablo, y él huirá de ustedes.» (Santiago 4: 7 | RVC)

No hay tentación que pueda prevalecer cuando acudimos al Señor en procura de fortaleza. Cuando nos movemos prendidos de Su mano, los obstáculos en nuestro caminar cristiano pueden superarse.

Escribiendo a los creyentes de Roma, el apóstol Pablo anotó:

«Así que, hermanos, tenemos una deuda pendiente, pero no es la de vivir en conformidad con la carne, porque si ustedes viven en conformidad con la carne, morirán; pero si dan muerte a las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.  Porque los hijos de Dios son todos aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios.» (Romanos 8:12-14 | RVC)

¿Qué ocurre si fallamos en el proceso? Recordar que estamos moviéndonos bajo la Gracia. El Señor trajo perdón a nuestros pecados en respuesta al arrepentimiento sincero. Y por la obra de Jesús la cruz, nos ve justos en Su presencia.

Hay dos conceptos alrededor de los cuales desearía recabar: Depender de Dios en todo momento y perseverar.

5 PILARES A TENER EN CUENTA

Los animamos a tener en cuenta 5 fundamentos en el propósito de morir al pecado:

  • Reconocer que muchas veces le abrimos las puertas al enemigo para que nos mortifique (Santiago 1: 14)
  • Debemos reconocer nuestros pecados y arrepentirnos, con la firme decisión de renunciar a una vida pecaminosa (Romanos 6: 1, 2)
  • Asumir una disposición permanente de morir al pecado (Romanos 6: 11)
  • Someternos a Dios y resistir al enemigo espiritual (Santiago 4: 7)
  • Decidirnos a crecer, prendidos de la mano de Dios

Permítanos citar nuevamente al autor, Edwin Luis Cole:

“Hacer lo correcto no siempre nos transforma en personas populares; y ser personas populares no siempre nos hace una persona correcta. Jesús no fue popular. Él fue justo. Hoy tampoco es popular, excepto entre los justos.”

Ser cristiano y morir al pecado, ni es fácil ni es muy popular en una sociedad como la nuestra, donde priman los antivalores. Sin embargo, tomados de la mano de Dios, podemos lograrlo. Jamás olvide que es por Gracia y no por obras.

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